Paseando por la sierra

Esta carta es más bien un grito desesperado ante lo inevitable. Esta batalla está perdida y tan solo un loco de la estatura de Alonso Quijano la podría remediar. Este verano estuve en la sierra de Albarracín, todos los antepasados que alcanzo a recordar son de allí y, como tantos hijos de emigrantes de la provincia de Teruel que andamos perdidos por la geografía española, cada vez que puedo regreso para encontrarme conmigo mismo y con mis familiares. Y siento un irresistible deseo de salir por esos viejos caminos que atraviesan los Montes Universales y que han transportado tantas tristezas y tantas alegrías.

Me gusta salir de madrugada, con el andar reposado, respirando entre el olor del espliego, de la lavanda o el tomillo, subir la empinada cuesta y detenerme a otear el paisaje. Cuando estoy ahí y siento las voladitas de aire en la cara, advierto que el goce no es tan solo visual, sino que toman parte en él todos nuestros sentidos, la temperatura, los olores, el ruido lejano de los cencerros, los pájaros, el movimiento de las hojas, el silencio de la montaña y el sentimiento de la agilidad de los músculos, todo ello contribuye a producirme un estado de calma espiritual. No obstante, todo eso se va a perder, ese paisaje va a dejar de ser ‘Teruel al natural’, como decía la Diputación, para convertirse en un sucedáneo. O, como dijo un responsable de las eléctricas, estos montes van a dejar de ser suelo rústico para tornarse suelo industrial. Así van a clavar 149 puñales en forma de molinos por toda la sierra de Albarracín, operando por la espalda y con nocturnidad para que haya las mínimas alegaciones y protestas. Todo ello a pesar de que más de la mitad de los molinos no serán rentables y de que esa electricidad no se quedará en Teruel, sino que se irá para Valencia, donde hay varias zonas en las que las mediciones de viento indican mayor rentabilidad.

Van a abrirse 210 km de pistas de seis metros de anchura y 459 kilómetros de zanjas por toda la sierra, con el impacto que ello va a tener en la flora y la fauna. Eso nos da una idea de la dimensión de este descomunal disparate. Como viven de las subvenciones y no solo de la rentabilidad eléctrica, que los molinos sean rentables o no les tiene sin cuidado; y además saben que aquí vive poca gente y desde su opulencia nos ven como cuatro gatos ignorantes e incapaces de protestar. ¿De verdad no van a hacer nada, señores políticos? ¿Es que no se dan cuenta del impacto negativo que va a tener en el turismo rural, precisamente ahora que cada vez viene más gente de la ciudad buscando el fresco, la tranquilidad y los paisajes naturales? ¿Quién va a querer venir cuando vean decenas de molinos clavados en nuestros montes, quién va a querer andar al lado de esos mamotretos escuchando el amenazador ruido metálico que producen? Cada vez comprendo más a Don Quijote. Señores políticos, ustedes están ahí no para gobernar sobre el pueblo, sino para gobernar ante el pueblo. Su deber es defender nuestro territorio, porque eso es defender nuestra personalidad.

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Publicado en Heraldo de Aragón 8/11/2023 por José Saz Vicente. MONTERDE DE ALBARRACÍN (TERUEL)


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